lunes, 11 de junio de 2012

MI CASA

No estoy hablando de un nombre comercial, ni de mi casa personal, sin embargo la expresión “mi casa” nos da la sensación de un lugar donde podemos entrar con toda confianza a la hora que deseemos y donde quizás encontraremos paz, un lugar donde poder descansar y compartir con los seres que más amamos para los más afortunados, para otros quizá es el lugar donde solo  van a dormir como si fuera un hotel, ó donde ni siquiera desean llegar porque es el lugar donde se libran las mas grandes batallas entre la familia. Algunos otros lo ven como el lugar donde conviven con  gente que se ha vuelto extraña donde de vez en cuando se cruzan palabra entre quienes allí habitan… En fin, podemos hablar de casas grandes, pequeñas, nuevas, viejas, elegantes, sencillas, etc.

Pero hoy realmente quiero referirnos a la casa de Dios, lugar donde se supone deberíamos ir regularmente cada semana; algunas veces lo hacemos con mucho entusiasmo, con gozo, pero otras veces lo hacemos por obligación o por una costumbre religiosa, lo hacemos como lo haría un robot, el punto es que éste debe ser un lugar donde podamos ir deleitarnos, a alabar a Dios con toda libertad y donde también podamos ir a compartir de las maravillas que Dios ha hecho en nuestras vidas.

Yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración                 para todos los pueblos.                            Isaías 56:7

SU Casa debe ser el lugar donde nuestra alma y nuestro espíritu se recreen, donde disfrutemos de la deliciosa palabra de Dios, deberíamos esperar con ansias el estar en esta casa. Lo triste es que hay un mal concepto al entrar en esa casa, llegamos como invitados pero llegamos a pedir y demandar como si fuera un lugar de beneficencia, donde se nos “debe” dar, se nos debe llenar el tanque como en la gasolinera sino muchos murmuran o se van renegando y contaminando a otros. Mi reflexión es que como hijos de Dios cambiemos la forma de entrar en el templo, no solo para ir a comer a alimentarnos allí, la casa de Dios es un lugar para dar gratitud a él, para presentar sacrificios de alabanza, ofrendas de gratitud en su altar, un lugar de oración donde no existe discriminación para ninguna raza o nación. Te animo a no dejar de congregarte y buscar el rostro de Dios.

Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo.                           Salmos 27:4 (NVI)

martes, 1 de mayo de 2012

ECHARLE LEÑA AL FUEGO

Echarle leña al fuego… una expresión muy común, se usa para diferentes circunstancias algunas positivas, otras hasta sarcásticas, pero hoy la quiero usar en términos espirituales.
Es normal en nuestro caminar diario, por diferentes causas y circunstancias, que vengan tiempos de desánimo, cansancio y enfriamiento en nuestras relaciones, ya sea de amistad, familia, pareja y aún en nuestra relación con Dios y es a ésta que quiero referirme en especial. Cuando llegamos a reconocer que efectivamente esto está ocurriendo en nuestras vidas es cuando comenzamos a orar por un “avivamiento” y esperamos que ese avivamiento venga sobre nosotros como una versión actualizada del día de pentecostés, o comenzamos a demandar de nuestros líderes y autoridades responsabilidad sobre ese avivamiento en nuestras vidas.
  2 Timoteo 1:6 Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti
por la imposición de mis manos.

La biblia claramente nos dice que el responsable directo de nuestro avivamiento somos nosotros mismos, que depende de mí mismo “avivar el fuego”. Todos hemos recibido dones de parte de Dios, pero no los hemos desarrollado en la plenitud de lo que podríamos llegar a usarlos para la Gloria de Dios, El tiene más para nosotros de lo que podemos imaginar, quiere usarnos a niveles poderosos para bendición, pero hemos dejado que el afán, las preocupaciones y distracciones nos roben el tiempo que pudiésemos dedicar a avivar el fuego, entre estos podemos contar algunos como la televisión, internet, celulares, etc. Y nos preguntamos, qué hago? Te daré una pequeña guía personal, pero pídele al Señor su revelación, ésta podría servir para avivar una relación de amor (que es precisamente la que debemos tener con Dios):

CONVERSACION: Dedica más tiempo a avivar el fuego de Dios en tu vida, por medio de una oración abierta, transparente y totalmente sincera.
INTIMIDAD: tiempos especiales apartados de todo y todos, de intimidad en Su presencia, de adoración y rendición.
CARTAS DE AMOR: lee la Biblia, sus cartas de amor, pidiendo Su revelación a tu vida.
COMER JUNTOS: con Dios no implica alimentos sino comunión, ayuna como una forma de quebrantar la carne para que Espíritu crezca en tu vida, hay poder en el ayuno, obviamente acompañado de oración y lectura de la palabra.
CANTALE: convierte la alabanza y la adoración en un estilo de vida diario para ti.
DETALLES: es agradable recibir un regalo del ser amado, nada es insignificante, todo es valorado. Dios ya te dio sus regalos, ejerce esos dones y talentos que te ha dado para edificar a su pueblo, tu mismo serás bendecido al hacerlo.

Te animamos a aplicar estos pasos a tu relación con Dios y verás que es la mejor forma de echarle leña al fuego de Dios en ti, por qué no inicias desde hoy mismo?

martes, 24 de abril de 2012

NECESITO FUERZAS

“…No os entristezcáis, porque el gozo de Jehová
  es vuestra fuerza”. Nehemías 8:10b

El término fuerza se usa comúnmente para referirse a la capacidad física para hacer un trabajo o un movimiento, a la causa capaz de modificar el estado de reposo o movimiento de un cuerpo, a la capacidad moral para hacer algo o soportar un sufrimiento o a la capacidad de una cosa para sostener un cuerpo o resistir un empuje.
Cuántas veces nos sentimos sin fuerzas en nuestra vida! sean físicas, emocionales o espirituales, sentimos que ya no podemos resistir un peso mayor sobre nosotros. Últimamente he escuchado más a menudo a personas, diciendo: “siento que ya no me quedan fuerzas, ya no puedo más,” etc.… y la presión es aún mayor sobre los hombres cuando se sienten obligados a "ser los fuertes", pero como seres humanos debemos reconocer nuestra debilidad. Desgraciadamente muchas veces caemos en tratar de buscar las fuerzas en fuentes equivocadas, algunos buscando estímulos en la comida, los dulces, ejercicio compulsivo, vanidad, compras o escapes a través del alcohol, las drogas, relaciones ilícitas, escondiéndonos detrás del orgullo y la soberbia etc.

Sabes, la biblia afirma que nuestra fuerza es el GOZO del Señor, entonces nos preguntaremos: cómo quiere que tenga gozo cuando estoy pasando esta situación difícil en mi vida?... Pero ese gozo del cual El nos habla no es meramente “alegría” pues ésta es pasajera y muchas veces superficial, pero el gozo es más allá, es un deleite que sientes al entregarle a Dios todas tus cargas, tus preocupaciones y descansar en El, esperar en El con un alivio tal que te lleva incluso a entonar cantos de alabanza, de gratitud y adoración al Señor, porque sabes que aunque tus problemas siguen ahí, El se va a encargar y no hay NADA imposible para Él.

Salmos 138:3: “Cuando te llamé, me respondiste; me infundiste ánimo y renovaste mis fuerzas.”

Cuando decides soltar tus cargas en oración y comienzas a cantar, sientes como poco a poco las fuerzas van entrando de nuevo a tu vida, a todo tu ser, como lo haría una jeringa depositando un medicamento, pero lo más hermoso es que ese gozo se te refleja en el rostro y contagia todo tu ambiente y tu hogar. Ahí es donde logras entender el significado de un famoso canto que habla de paz en medio de la tormenta… eso te lo da la confianza de saber que no importa lo que pase, tu Padre está al control.

Si te has estado sintiendo sin fuerzas te invito a apartarte de lo que estás haciendo, cierra tus ojos y en una oración completamente sincera suelta tus cargas en las manos de Dios, Él se encargará de ellas y hará su perfecta voluntad; luego trata de entonar un canto con toda la gratitud de tu corazón.

Salmos 28:7: “El Señor es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en él confía; de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias”.
Isaías 40:29: “Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil”.

viernes, 20 de abril de 2012

QUE QUIERES QUE HAGA?
“El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer”. Hechos 9:6

“Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista.” Marcos 10:51

Hay una pregunta común en estos 2 pasajes de las Escrituras, la primera la hace Pablo al haber tenido un encuentro personal con Cristo en el camino Damasco y meditando en esta palabra nos damos cuenta que cuando una persona verdaderamente ha conocido a Cristo y puede contemplar su grandeza y reconocer que El es Dios, su redentor y salvador, entonces lo primero que debería saltar en nuestro corazón es esta misma pregunta.
Cada vez que leemos acerca del sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario ó vemos las imágenes salidas de películas (que todavía no llegan a plasmar del todo la realidad de ese cruel acontecimiento) nuestro corazón se estremece de coraje por la crueldad y sufrimiento de El, pero tambien de amor y gratitud a ese Dios hecho hombre que fué como cordero al matadero por amor a nosotros, entonces cómo no hacernos la pregunta: Señor, qué quieres que yo haga?
Ahora desde el otro lado de la moneda: en el pasaje del Evangelio de Marcos que mencionamos al inicio, es Jesús haciendo la pregunta a un ciego; piensa por un momento que Jesús esta frente a ti hoy haciéndote la misma pregunta, qué le pedirías? Estoy seguro que vendrán muchas respuestas, entonces escogerías la que en este momento tenga mayor relevancia o urgencia para ti y lo pedirías. El ciego sabía que si tenía visión entonces toda su vida sería distinta. No crees que muchos de nosotros lo que necesitamos realmente es pedir también visión y todo lo demás cambiaría a nuestro alrededor al recibir esa visión.
La misma pregunta desde distintos emisores. Si lo meditamos probablemente lleguemos a la conclusión que es más fácil responderle a Jesús con una gran cantidad de peticiones que hacerle por parte nuestra esa misma pregunta y estar dispuestos a obedecerlo y dar lo mejor en lo que nos pida hacer. Lo que muchos no se han dado cuenta es que cuando tú le preguntas a él: Señor qué quieres que yo haga? Él siempre estará pronto a responderte: hijo qué quieres que Yo te haga?.
Si haz estado sintiendo el llamado a servirle en algun ministerio y tu mismo te haz estado descalificando o posponiendo, o talvez ya lo sirves pero deseas hacerlo con mayor excelencia, no por costumbre, entonces cierra tus ojos y pidele a Jesús, con toda seguridad El comenzará a usarte como nunca imaginaste y todo lo demás vendrá por añadidura...